No soy una aficionada de la televisión, sin embargo me gusta informarme sobre los hechos más relevantes que acontecen en el mundo, especialmente en mi país.
No obstante, confieso que esta tarde llegó a mi entorno la noticia de que existía un movimiento ciudadano que se autodenomina “Los indignados” preocupado por acabar con las anomalías de los gobiernos para regalar la paz a todos los habitantes del planeta; dicha noticia me cayó de sorpresa pues no estaba muy informada de ello. Luego de una investigación a través de noticias estoy en la posición de otorgar en este espacio mi humilde opinión sobre este suceso.
A mis escasos 19 años no me es despreciable notar que existen desacuerdos por parte de la población de mi país en los enfoques económico, político y social, aunado al creciente índice de delincuencia; así que la aparición de este movimiento en el pasado mes de mayo no me parece un acto espontáneo, sino que es la cúspide de años de silenciar nuestras inconformidades, influenciado por lo acontecido en España.
A pesar de que este movimiento surgió fuera de México es innegable que sus influencias y naturaleza se acoplan de excelente forma a la situación de este mi querido país. Prueba de ello los movimientos que se han organizado en diferentes ciudades de la República Mexicana como Tijuana en Baja California donde se ofrecieron palabras que echan a volar mi imaginación: “Somos los de abajo y venimos por los de arriba” dando a entender la inconformidad a la que están sujetos y a la que la mayoría pertenecemos, pero el hecho de que dijesen “…y venimos por los de arriba” incuba en mi mente la idea de que será por la vía de la violencia.
Creo que todos somos parte de los indignados y compartimos en deseo de paz, democracia y estabilidad, pero definitivamente la violencia no es la mejor vía de acción. Así que habrá que ver la reacción de las autoridades ante este golpe de pueblo, que de no controlarse podría desencadenar una revuelta más grave.
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